La pantalla de mi computadora está partida en dos. De un lado tengo este archivo de texto en el que aparecen letras cada vez que toco el teclado. Y del otro tengo una transmisión de YouTube. Es el discurso inaugural de la Feria del Libro de Buenos Aires. Está hablando Alejandro Vaccaro. Dice que “como nunca este espacio cultura, activo, será el eje central alrededor del cual girara todo el repudio de las fuerzas culturales a las políticas devastadoras que propone este gobierno”. Después vino Liliana Heker y sumo que “al referirme al libro estoy aludiendo a todo el amplio arco de la cultura y, en particular, a una condición asociada a la lectura: saber leer”. Saber leer en su sentido literal pero, también, saber leernos y leer la realidad. Esa es una habilidad que se adquiere, no está dada, y la cultura es, justamente, la tierra en donde esta habilidad crece. La cultura conforma nuestra identidad. No es un complemento, no es un privilegio: es el trazo mismo que nos define. Hoy vamos a hablar sobre la cultura argentina.
La última actriz es la última novela de Tamara Tenenbaum. En ella seguimos la historia de Sabrina, una investigadora académica que está detrás de los rastros del teatro judío en la Argentina. El 18 de julio de 1994 el edificio de la AMIA, la mutual judía de la Ciudad de Buenos Aires, voló por los aires a causa del ingreso de un coche bomba. Este atentando destruyó mucha de la documentación de la comunidad judía en Argentina. Sabrina va en busca de esos rastros para reconstruir, desde los escombros, aquellas obras, actrices y escenarios. Cómo la identidad judía se disuelve en la identidad nacional argentina y cómo la primera, de algún modo, se sacrifica en el camino. Esa es la hipótesis de una investigación sin documentos; una investigación desaparecida en la historia de nuestro país.
“No es que no exista una cultura judía, un poco existe, pero otro poco la cultura judía es la cultura de llevar y traer, de mezclar las cosas que existen en otras culturas, de hacer entrar lenguajes en países que no los conocen y así transformas el mundo de un país”
Tamara Tenenbaum es filósofa, escritora y periodista. Estudió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y, sin dudas, ese edificio es una de sus obsesiones. Puan está muy presente en la mayoría de sus textos. La mismísima Lali Espósito subió las escaleres, recorrió los pasillos y dio clases en la facultad cuando actuó para El fin del amor, la novela más galardonada de Tenenbaum y que, después, se convirtió en serie. En El fin del amor la carrera era filosofía, en La última actriz la carrera es Artes.
Otra de las obsesiones de Tamara es el judaísmo. La religión, la práctica, las personas, la organización, las ceremonias. La cultura judía en general. La protagonista de El fin del amor pertenecía a una familia judía ortodoxa, la protagonista de La última actriz investiga al judaísmo desde adentro. Las dos intentan rastrear y combatir en el presente aquello que parece muerto; las dos intentan construir su identidad a través, por y para, la cultura judía.
Hay cosas sobre este libro que aparecen en la mayoría de las reseñas que yo no voy a contar. La novela tiene varios giros de trama que realmente sorprenden. Como lectora disfruté mucho el salto entre formatos: fragmentos en primera persona, documentos académicos, mails, entradas de diario, cartas. Cada formato instala un tono, una cadencia y, fundamentalmente, una variedad de voces. La última actriz es una conversación entre dos mujeres: Sabrina y Jana. Cada una está en un tiempo distinto pero se espejan en vida e intereses. Sabrina y Jana son dos actrices frustradas; dos mujeres que aman al teatro pero les cuesta ejercerlo. Dos malas actrices pero, sin embargo, dos grandes personajes.
“Ser actriz es ser mujer al cuadrado, eso pensé: estar constantemente esperando que te llamen”
Hace algunos días fui al BAFICI a ver un documental sobre la peor película de la historia argentina. La película se llama Un buen día y el documental Después de un buen día. Un buen día es una película que se estrenó en 2010 en la que actúan Aníbal Silveyra y Lucila Solá, la argentina novia de Al Pacino. La película se trata de una pareja que se conoce caminando por la ciudad de Long Beach, California. Son dos argentinos que emigraron a Estados Unidos por razones distintas pero logran encontrarse uno en el otro. La película está construida para que, narrativamente, dure un día, el día que ellos se conocen. Es una copia de Antes del amanecer pero sin todo lo que la hace una gran película. La dirige el padre de Andre Del Boca, Nicolás Del Boca, a sus 82 años y la escribió Enrique Torres, el cuñado de Andre Del Boca, y mítico escritor de telenovelas de aire. Resulta que cuando se estrenó en Buenos Aires la crítica la defenestró: actuaciones exageradas, historia inverosímil y un guión que pretende ser profundo pero se queda por la mitad. Las salas de cine, en ese momento, permanecieron vacías en todas sus proyecciones. Los actores se deprimieron, Quique no volvió a escribir y el papá de Andre Del Boca murió, lógicamente. Un buen día quedó condenada al peor olvido hasta que, diez años después, la película volvió a reaparecer en el under porteño. Estaba subida, completa, en YouTube y miles de personas se la fueron pasando y recomendando. Ahora tiene un millón seiscientos mil visualizaciones. La película era tan mala que daba toda la vuelta. Todos los testimonios del documental decían que no entendían si estaban viendo la peor película que vieron en su vida o, por el contrario, un obra maestra sin precedentes. Sus frases se convirtieron en remeras, los personajes tomaron forma de ídolos y se celebraron proyecciones todos los fines de semana en centros culturales. Miles de pibes y pibas le dieron vida a Un buen día pero ahora en forma de culto. La peor película de la historia argentina se había convertido en una religión.
El transa de naranja, la frase “el tiempo es todo el tiempo, piba” o el suspiro con los cachetes inflados de Silbeyra, son algunas cosas que quedaron grabadas en remeras, tazas y posters. Un buen día es, ahora, la historia de un maravilloso fracaso del cine argentino. A diferencia de la película, La última actriz es una gran novela contada desde el fracaso. Sabrina y Jana nunca pudieron ser actrices pero encontraron una verdad: la suya y la del teatro judío en Argentina.
Ficha:
📖 Título: La última actriz
✍🏻 Autora: Tamara Tenenbaum
🏷️ Género: Novela
✏️ Páginas: 195
📚 Editorial: Seix Barral (@planetadelibrosar)
💲 Precio estimado en librerías: $17.900
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Nos volvemos a leer el viernes 10 de mayo.
Beso amoroso,
Lule.