#CORTITO_25: Dios, Patria y Lali
Cortito: tu aliado preferido para situaciones de emergencia 💚✊🏼
Mientras escribo esto es de noche y hace calor en Buenos Aires. Tengo el pelo atado, una remera negra y larga que uso de pijama y estoy sentada en una de las cuatro sillas que hay en mi living. Tomo una copa de vino frío y abierto que tenía en la heladera. Siento en los tobillos la cola de uno de mis gatos que está pasando por abajo de la mesa. El florero azul que tengo al lado me lo regaló mi hermana para mi cumpleaños. Tiene flores blancas, verdes y una roja, de forma muy extraña, parece un cerebro visto de arriba y tiene pelitos muy cortitos. Los únicos ruidos que escucho son el ventilador de techo y el de las teclas del teclado, cada vez que elijo una letra. No hay nadie más que yo en este departamento. Estoy sola, como May Sarton.
Diario de una soledad de May Sarton es un poemario disfrazado de diario. Un libro que recorre un año de la vida de la narradora. La vida exterior e interior. Un año en el que May Sarton vive en su nueva casa en Nelson, New Hampshire, tras la muerte de su padre. Un año en el que crea nuevas rutinas, encuentra espacios y tiempos para trabajar, cuida el jardín, recibe visitas, viaja, contesta cartas, llena sus floreros y escribe un diario, sola, en su casa.
En este libro hay fragmentos de poemas, citas de otros autores, pedacitos de las cartas que recibe y escribe. Al leerlo nos convertimos en testigos de una conversación profunda que Sarton tiene con ella misma. Como todo diálogo con nosotras mismas, a veces es excesivamente dura y a veces busca encontrarle sentido a lo que hace a través de las palabras. Leer Diario de una soledad es como entrar en la cabeza de May Sarton, con todo: el sufrimiento, la ira, la frustración y, también, la satisfacción y el privilegio.
“Mi necesidad de estar a solas siempre está en contrapunto con el miedo a todo aquello que sucederá si de repente, una vez adentrada en el enorme y vacío silencio, no puedo encontrar apoyo alguno”
May Sarton se llamó Eleanore Marie Sarton y nació un 3 de mayo de 1912 en Gante, Bélgica. Cuando tenía cuatro años sus padres decidieron mudarse a Inglaterra para escapar de la invasión alemana en Bélgica, en el marco de la Primera Guerra Mundial. Vivieron un año ahí y después se mudaron a Boston, Estados Unidos, donde May eligió establecerse hasta su muerte en el año 1995.
En el medio vivió un año en París, donde conoció a la mismísima Virginia Woolf, y otro tiempo en Santa Fe, Nuevo México, donde conoció a Judith "Judy" Matlack, la mujer con la que compartió trece años de relación.
Al momento de su muerte, Sarton había escrito 53 libros, incluidas 19 novelas, 17 libros de poesía, 15 obras de no ficción, 2 libros infantiles, una obra de teatro y varios guiones. Sarton siempre fue una maravillosa, incansable y talentosa, adicta al trabajo.
May Sarton es una tira postas. Cada dos párrafos hay una afirmación que subrayas y te deja pensando. Existe algo de su experiencia de vida que queda impregnado. Desarma cada sentimiento y lo observa desnudo, indefenso y rodeado de palabras de otros. Así, para ella, la rutina es la herramienta para sobrevivir, el sufrimiento es la puerta del crecimiento —y el crecimiento nunca deja de ser doloroso—, un artista es adrógino, la paciencia es lo último que aprendemos en la vida, un poema es un dialogo con el yo, una novela es un dialogo con otros y la soledad es un fabuloso regalo de los dioses.
“(…) un artista es andrógino, y su proceso creativo proviene de lo masculino, en la mujer, y de lo femenino, en el hombre”
De Virginia Woolf era la amiga y, también, una férrea defensora. En una de las entradas de este diario se alegra al encontrar artículos que no desdeñan ni denigran a Woolf. La única verdad, escribe, “es que nadie puede abrir uno solo de sus libros y leer una página sin sentirse más vivo. Si el arte no trata de mejorarnos la vida, ¿de qué trata entonces?”.
La mujer en el arte es un tema que aparece recurrentemente en este diario y en toda la obra de May Sarton. Mientras que se pregunta si acaso a los hombres “les aterra tanto la creatividad femenina”, también cuestiona qué es lo que se pone en juego cuando una mujer escribe, se sube al escenario o se da a conocer a través de su arte.
Y sí, claro, acá voy a hablar sobre ✨ella✨. La magnífica Mariana Lali Espósito. Esta semana fue noticia la entrevista que le hicieron al Presidente de la Nación Argentina, Javier Milei, donde habla de Lali —diciéndole Lali Depósito— y la acusa de llevarse fondos estatales con su participación en recitales y festivales subsidiados por los gobiernos provinciales. Hay dos cosas que quiero dejar de lado para este newsletter: los datos no del todo correctos y el elemento distractivo de los agravios en un contexto de crisis económica y social. Pero donde sí me gustaría que nos concentremos es en la elección de Lali, ¿por qué ella? Miles de artistas se posicionaron en contra de este gobierno, pero el objetivo fue ella.
Virginia Woolf en Un cuarto propio se pregunta, viendo una pila de libros de medicina y la tapa de un diario vespertino, ¿por qué los hombres se ponen tan furiosos cuando hablan de las mujeres? ¿Cuál es la naturaleza de su furia? Es el dueño de los caballos de carrera, el director de la compañía, el médico alabado a nivel mundial, el director de la película, el accionista mayoritario del diario y el presidente de la nación. Parecería absurdo que cualquiera de esos hombres, con todo ese poder, se pusieran furiosos públicamente. Pero sucede algo paradigmático con los argumentos que se construyen desde la furia. Dejamos de pensar en el argumento y el foco se pone sobre quién lo dice —sobre Él— y, por tanto, la furia se vuelve una herramienta del portador. “Acaso cuando el profesor insistía con énfasis un poco excesivo en la inferioridad de las mujeres, no se preocupaba por la inferioridad de ellas, sino por su propia superioridad. Eso era lo que estaba protegiendo con bastante calor mental y demasiado énfasis, porque era para él una joya del precio más excepcional”.
Lo que está en juego no es un subsidio, una caja, 3 millones de pesos, un festival o la —tan aclamada y poco nombrada con nombre y apellido— casta. Lo que realmente está en juego es la dimensión material de la cultura, el cuarto propio. Y, específicamente, como escribe Sarton “la credibilidad de las mujeres en cuanto que artista”.
Este mail lo estoy terminando de escribir a la mañana del día siguiente. Estoy sentada en el mismo lugar, en la misma mesa, tecleando en la misma computadora y mirando la misma ventana del living. Esta es mi casa, mi cuarto propio y escribo este mail, y todos los otros, por los cuartos que se empeñan, furiosamente, en sacarnos.
Ficha:
📖 Título: Diario de una soledad
✍🏻 Autora: May Sarton
✏️ Páginas: 214
📚 Editorial: Gallo Nero (@galloediciones & @waldhuterlibros)
💲 Precio estimado en librerías: $18.990
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Gracias por leer Cortito 💙 Quiero que le reenvíen este mail a todas las mujeres artistas que conozcan y adoren a Lali.
Abrazo grande y besito amoroso.
Les quiere,
Lule.
Hola, Lule. Gracias por esta entrada (y por el newsletter en general). La necesitaba más que nunca.
Hace meses que vengo pensando en esto. Nos odian y a la vez nos necesitan para reafirmar su poder. Me revuelve el estómago. Parece una tortura constante y no sólo contra las mujeres, sino con todo grupo que tenga un mínimo de vulnerabilidad. Confío en que vamos a salir de esta, pero qué difícil.
Te mando un abrazo.
Bueno May Sarton, Lali y este cortito.. qué decirte? Gracias, Lule! ❤️