#CORTITO_11: ¿Qué te llevarías a una isla desierta?
Yo me llevo un Cortito y vino, cantidades industriales de vino 🏝
Hablé sobre este libro en terapia. Le mandé una foto a una amiga y se lo recomendé a otro. Escribí con lápiz, al lado de un párrafo, “es increíble, pienso igual” y también lo cerré y me quedé mirando el techo. Esta novela no me ayudó a empatizar con nadie, no conocí otras experiencias ni tampoco viajé hacia otras realidades. En esta novela me vi a mí. Me reconocí y me escuché diciendo exactamente lo mismo que uno de los personajes. Me reflejé hasta un punto casi ficticio, falso. Pensé que era una trampa de mi propia cabeza. Dudé de lo que se veía al otro lado del espejo. No era yo, pero si lo era. Otra persona, en otro lugar y otro tiempo, escribió aquello que yo contesté hace algunas semanas cuando me preguntaron “¿cuál es tu mayor miedo?”.
Hoy voy a arrancar por acá: lo que sentí al leer esta novela fue esa felicidad extraña y brutal de la coincidencia. Ese acto insoportable por el cual un libro se te queda grabado en la cabeza y en la piel. La vivencia del momento exacto en el que un libro deja de ser un libro, para convertirse en otra cosa.
Muñecas de Ariel Magnus es un novela que se divide en dos. La primera parte la narra él, un bibliotecario exiliado en Alemania, y la segunda parte la narra ella, Selin, una mujer soltera y aparentemente exitosa, que suele ir a la biblioteca a alquilar libros. La novela arranca cuando a Selin se le cae una invitación de su cumpleaños al piso, el bibliotecario la ve y ella se siente en la obligación de invitarlo. Esa misma noche él llega al cumpleaños y descubre que será uno de los poquísimos asistentes que tendrá la fiesta, por no decir el único.
Esta novela trata sobre un tema, muy claramente, pero ese tema aflora, en su mayor extensión, sobre el final. Los dos protagonistas, después de descubrir el secreto que esconde él en su casa, tienen una conversación sobre la soledad. Les advierto que lo que leerán a continuación es una afirmación de las que no me gustan hacer pero no puedo dejar de hacerla: esa conversación sobre la soledad es una de las mejores cosas que leí en lo que va del año, y más también. Los dos personajes transitan soledades completamente opuestas. Para ella la soledad es conflictiva, algo a lo cual le escapa y considera una patología, mientras que para él la soledad es placer, gozo, disfrute, la manera en la que vive y le gusta vivir. Para ella es signo de depresión, y para él es la tierra de sus sueños.
“(…) para estar solo primero hay que serlo, pues únicamente el que vive en soledad, el que siempre vivió y pensó desde la soledad como se vive y se piensa desde un idioma o desde una religión, sólo ése logra de vez en cuando construirse los momentos de aislamiento absoluto que le pide su propia naturaleza”
Muñecas es una novela bizarra. Todos los personajes que aparecen son delirantes, extraños y están íntimamente rotos. Magnus logra que cada una de las situaciones que aparecen en el libro tengan resoluciones completamente opuestas de las que el lector se espera. La primera persona y el ponernos, como lectores, tan adentro de las cabezas de estos dos personajes disímiles y particulares, hace que la risa sea un complemento natural. El humor decanta naturalmente, como abrir la canilla y que salga agua.
¿Se acuerdan del juego de la isla desierta? Yo lo jugaba en el auto, cuando tenías un viaje largo con tu familia. Era sólo una consigna que todos los participantes debían responder: decime tres cosas que te llevarías a una isla desierta. En el posfacio Ariel Magnus cuenta que el nombre de Selin lo pensó a partir de la palabra insel, que significa isla en alemán. Esta idea reaparece en toda la novela. Todos somos pequeñas islas y la unión de dos o más es siempre un artificio. Un archipiélago siempre será un conjunto de unidades naturalmente dispersas. Nuestra naturaleza es estar aislados, como las islas. O, mejor: ¿nuestra naturaleza es estar aislados como las islas? Sea cual sea la respuesta a esa pregunta, recuerdo que no había cosa que me molestara más que algunos, en el juego, hagan pasar a personas o animales como cosas. Lo diría una y mil veces: no, Clara. No te podías llevar a la perra a la isla.
Nunca les terminé de contar qué respondí ante la pregunta sobre mi mayor miedo. La soledad, en sí misma, no es mi mayor miedo. Pero sí lo es su extremo. Tengo una propensión a la soledad, así se lo dije a mi psicóloga. Siento placer estando sola. Encuentro un gozo en quedarme en mi casa, no ver personas conocidas por días, encontrarme conmigo, sola, a través de diferentes actividades: cocinando, leyendo, mirando una serie, escribiendo, durmiendo, tomando un vino o regando plantas. La soledad como un fin en sí mismo, no como la manera de dar un mensaje. Mi gran miedo es que eso, en algún momento, se convierta en lo único. Extremarlo hasta perder todo contacto. Muñecas transita esa pérdida, por eso me parece tan maravillosa.
“Siempre se pierde algo. De hecho, perder es la mejor forma de disfrutar. El que siempre gana no vive el presente. El que pierde en cambio disfruta de lo que tiene y, aunque más no sea en forma negativa, de lo que se está perdiendo”
Ariel Magnus es argentino, nació en Buenos Aires, pero vivió en Alemania un tiempo, o, como dice en esta entrevista con Eugenia Zicavo, desde siempre. Tuvo cinco abuelos alemanes con los que hablaba alemán — una de ellas sobreviviente de Auschwitz —, fue a un colegio alemán, se casó con una germanófila y se fue a vivir con ella a Alemania. Magnus piensa libros, no textos. En Wikipedia dice que tiene veinte publicados, pero debe tener como cincuenta guardados. Muñecas fue mi primer libro de él y ahora quiero leerlos absolutamente todos.
Para cerrar, les leo las primeras dos páginas de Muñecas. Escuchen este delirio fantástico.
Ficha:
📖 Título: Muñecas
✍🏻 Autor: Ariel Magnus
✏️ Páginas: 112
📚 Editorial: Club Cinco Editores (@clubcincoeditores)
💲 Precio estimado en librerías: $5.200
Gracias por leer Cortito. Sepan que leí y adoré todas las respuestas que me dejaron en la encuesta. Se vendrán cositas nuevas dentro de muuuuuy poco 😘
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Besazo,
Lule.
A la lista!
¡Qué buena reseña! Gracias. ¡A la lista!